Tiempo de Lectura= 2:35 / Contiene: 21 capítulos, 878 versículos y 19.099 palabras.
MÉTODO CRITICO
1) ¿QUIÉN ESCRIBIÓ EL LIBRO? Juan (Juan 21:20-25)
2) ¿CUÁNDO FUE ESCRITO? 95-100 d.C
3) ¿A QUIÉN FUE ESCRITO? A los gnósticos y a nosotros.
4) ¿DE DÓNDE FUE ESCRITO? Éfeso
MÉTODO HISTÓRICO
1) ¿CUÁL ES EL TRASFONDO HISTÓRICO DEL LIBRO?
Juan, él más joven de los doce apóstoles, escribió este evangelio algún tiempo después de que Mateo, Marcos y Lucas escribieron los suyos, y su propósito fue suplementar esos mensajes. Los primeros tres evangelios han sido llamados "sinópticos"(del griego "ver juntos") debido a que presentan en general el mismo punto de vista de la vida y enseñanza de Cristo. El evangelio de Juan es un libro extraordinario. Trata de los asuntos más profundos de la vida, usando un estilo directo y simple. Juan presenta a Jesús como el Hijo de Dios y el "unigénito del Padre." El versículo 16 del capítulo 3 ha sido llamado "el corazón del evangelio". Juan también estaba pensando en las enseñanzas del gnosticismo, para desenmascararlo con la verdad del evangelio. 91 veces repite la palabra Padre
MÉTODO LITERARIO
1) ¿QUÉ GÉNERO DE LITERATURA ES EL LIBRO? Narración prosaica
MÉTODO PANORÁMICO
1) ¿CUÁL ES LA IDEA PRINCIPAL DEL LIBRO? La deidad de Jesucristo, y de que él en verdad es el hijo de Dios y la vida eterna.
2) ¿CUÁL FUE LA RAZÓN PRINCIPAL POR LA CUAL SE ESCRIBIÓ ESTE LIBRO? Dar el testimonio de Jesús. Por medio de alguien que estuvo recostado en el pecho del maestro. Testimonio de la vida del él, y cómo acabar con gnosticismo y el Legalismo religioso. El Evangelio que faltaba. Propósito del Libro: Juan 20:30, 31
PALABRAS CLAVE EN JUAN (RV 1960) creer, vida, señal (s), juzgar (juicio), condenar (condenación), testimonio (testificar), verdad (verdadero, veraz, verdaderamente), rey y reino.
TEMAS: Jesús es el Hijo de Dios que hace señales y, en base a su muerte y su resurrección, da vida eterna a todos los que creen en El.
RECIPIENTES: ver 1 Juan, con la que este Evangelio se relaciona muy íntimamente.
ÉNFASIS: Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios; su encarnación y su crucifixión, por medio de las cuales reveló el amor de Dios y también redimió a la humanidad; el discipulado significa "permanecer en la vid" (Jesús) y llevar fruto (amar como él amó); el Espíritu Santo será dado a su pueblo para que continúa su obra.
CARACTERÍSTICAS PARTICULARES: De los ocho milagros descritos, seis son únicos (en relación con los Evangelios), como es el caso del discurso en el aposento alto (capítulos 14-17). Más del noventa por ciento de Juan es único, peculiar. Juan no incluye una genealogía ni referencia alguna al nacimiento de Jesús, su niñez, tentación, transfiguración, elección de sus discípulos, tampoco hay parábolas, ascensión ni la Gran Comisión.
Título: “Jesucristo el hijo de Dios”
Versículo Clave: 20:31 “Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre”
1:1 | El hijo de Dios | Era Dios | |
1 Señal 2:1 “agua en vino” | 2:1 | Primer milagro y el templo | Amo Dios que dio a su hijo |
3:1 | Jesús el maestro | ||
4:26 “yo soy el Mesías” | 4:1 | Ganador de almas | |
2 Señal 4:43 “hijo del noble” 3 Señal 5:1 “impedido” | 4:43 | Sus señales | El perdón |
4 Señal 6:1 “cinco mil” 5 Señal 6:19 “sobre el mar” 6:20 “yo soy no temáis” 6:35 “yo soy el pan de vida” | 6:1 | El pan de vida | Yo soy Él pan vida |
7:1 | Jesús en Galilea | ||
8:23 “yo soy el de arriba” 8:58 “yo soy el eterno” | 8:1 | Legalismo Judío | |
6 Señal 9:1 “él ciego” 9:5 “Yo soy la luz del mundo” | 9:1 | La luz del mundo | Yo soy la luz |
10:7 “Yo soy la puerta” 10:11 “Yo soy el buen pastor” | 10:1 | El buen pastor | |
7 Señal 11:1 “Lázaro” 11:25 “Yo soy la resurrección y la vida” | 11:1 | Yo soy la resurrección | Yo soy la Resurrección |
12:1 | Jesús a Jerusalén | ||
13:13 “Yo soy Señor y maestro” | 13:1 | Jesús el siervo | |
14:6 “Yo soy el camino la verdad y la vida” | 13:31 | Mandamiento y consolador | Permaneced en mi |
15:1 “Yo soy la vid verdadera” | 15:1 | Yo soy la vid verdadera | |
16:1 | El consolador | ||
17:1 | Jesús el intercesor | ||
18:6 “Yo soy a quien buscáis” | 18:1 | Arresto de Jesús | Mi vida por las ovejas |
19:1 | Crucifixión | ||
20:1 | La resurrección | ||
8 Señal 21:6 “pesca” | 21:1 | Apacienta mis ovejas | Simón Pedro |
Aunque el nombre del autor no aparece en el Evangelio, la tradición de la iglesia primitiva fuerte y consecuentemente lo identificó como el apóstol Juan. El padre de la iglesia primitiva Ireneo (130-200 d.C.) fue un discípulo de Policarpo (70-160 d.C.), quién su vez fue un discípulo del apóstol Juan, y él testificó en la autoridad de Policarpo que Juan escribió escribió el Evangelio durante su residencia en Éfeso en Asia Menor cuando él era avanzado en edad (Against Heresies [Contra herejías] 2.22.5; 3.1.1). Después de Ireneo, todos los padres de la iglesia dieron por sentado que Juan era el escritor del Evangelio. Clemente de Alejandría (150-215 d.C.) escribió que Juan, consciente de los hechos establecidos en los otros Evangelios y siendo guiado por el Espíritu Santo, compuso un "evangelio espiritual" (Historia de la iglesia, de Eusebio 6.14.7).
Reforzando la tradición de la iglesia primitiva hay características significativas internas del Evangelio. Mientras que los Evangelios sinópticos (Mateo, Marcos, Lucas) identifican al apóstol Juan por nombre aproximadamente veinte veces (incluyendo paralelos), él no es mencionado directamente por nombre en el Evangelio de Juan. En lugar de esto, el autor prefiere identificarse a sí mismo como el discípulo "al cual Jesús amaba" (13:12; 19:26; 20:2; 21:7, 20). La ausencia de cualquier mención del nombre de Juan directamente es impresionante cuando uno considera la participación importante que tuvieron otros discípulos que son nombrados en este Evangelio. Sin embargo, la designación continua de sí mismo como el discípulo "al cual Jesús amaba", una evasión deliberada por parte de Juan de su nombre personal, refleja su humildad y celebra su relación para con su Señor Jesús. Ninguna mención de su nombre fue necesaria debido a que sus lectores originales claramente entendieron que él era el autor del Evangelio. También, a través de un proceso de eliminación basado primordialmente en un análisis del material en los capítulos 20-21, este discípulo "al cual Jesús amaba" se reduce al apóstol Juan (21:24; cp 21:2). Debido a que el autor del Evangelio es exacto en mencionar los nombres de otros personajes en el libro, si el autor hubiera sido alguien fuera del apóstol Juan, no habría omitido el nombre de Juan.
La condición anónima del Evangelio fuertemente refuerza los argumentos en favor de que Juan sea el autor, ya que solo alguien de su bien conocida y preeminente autoridad como apóstol podría ser capaz de escribir un Evangelio que fuera diferente de una manera tan marcada en forma y sustancia de los otros Evangelios y haber recibido aceptación unánime en la iglesia primitiva. En contraste, los evangelios apócrifos producidos a mediados del siglo segundo en adelante fueron falsamente atribuidos a apóstoles u otras personas famosas asociadas de manera cercana a Jesús, sin embargo, universalmente fueron rechazados por la iglesia.
Juan y Jacobo, su hermano mayor (Hch 12:2), eran conocidos como "los hijos de Zebedeo" (Mt 10:2-4), y Jesús les dio el nombre de "Hijos del trueno" (Mr 3:17). Juan fue un apóstol (Lc 6:12-16) y uno de los tres asociados más íntimos de Jesús (junto con Pedro y Jacobo, Mt 17:1; 26:37), siendo un testigo ocular y participante en el ministerio terrenal de Jesús (1Jn 1:1-4). Después de la ascensión de Cristo, Juan se convirtió en un "pilar" en la iglesia de Jerusalén (Gá 2:9). Él ministró con Pedro (Hch 3:1; 4:13; 8:14) hasta que fue a Éfeso (la tradición dice antes de la destrucción de Jerusalén), desde donde escribió este Evangelio y desde donde los romanos lo exiliaron a Patmos (Ap 1:9). Además del Evangelio que lleva su nombre, Juan también escribió 1, 2 y 3 de Juan y el libro de Apocalipsis (Ap 1:1).
Debido a que los escritos de algunos de los padres de la iglesia indican que Juan estuvo activamente escribiendo durante su edad madura y que estaba consciente de los Evangelios sinópticos, muchos fechan el Evangelio en algún momento después de la composición es estos últimos, pero previo al momento en el que Juan escribió 1, 2 y 3 Juan o Apocalipsis. Juan escribió su Evangelio 80-90 d.C., alrededor de cincuenta años después de que fue testigo del ministerio terrenal de Jesús.
El hecho de que, de acuerdo con la tradición, Juan tenía conocimiento de los Evangelios sinópticos, es estratégico para el contexto histórico de su Evangelio. Al parecer, él escribió su Evangelio para hacer una contribución única al registro de la vida del Señor ("un Evangelio espiritual") y en parte, para ser suplementario como también complementario Mateo, Marcos y Lucas.
Las características únicas del Evangelio refuerzan este propósito: En primer lugar, Juan suplió una gran cantidad de material único no registrado en los otros Evangelios. En segundo lugar, frecuentemente suplió información que ayuda a entender los acontecimientos en los sinópticos. Por ejemplo, mientras que los sinópticos comienzan con el ministerio de Jesús en Galilea, implican que Jesús tuvo un ministerio previo a este (Mt 4:12; Mr 1:14). Juan suple la respuesta con información del ministerio previo de Jesús en Judea (cap. 3) y Samaria (cap. 4). En Marcos 6.45, después de la alimentación de los cinco mil, Jesús hizo que sus discípulos cruzaran el Mar de Galilea a Betsaida. Juan registró la razón. Las personas estaban a punto de hacer rey a Jesús debido a su multiplicación milagrosa de alimento y Él estaba evitando sus esfuerzos motivados erróneamente (6:26). En tercer lugar, Juan es el más teológico de los Evangelios, conteniendo por ejemplo un prólogo fuertemente teológico (1:1-18), mayores cantidades de material didáctico y de discurso en proporción a la narración (3:13-17) y la mayor cantidad de enseñanza del Espíritu Santo (14:16, 17, 26; 16:7-14). Aunque Juan conocía los sinópticos y modeló su Evangelio teniéndolos en mente, no dependió de ellos para obtener información. Sino que más bien, bajo la inspiración del Espíritu Santo, utilizó su propia memoria como un testigo ocular al componer el Evangelio (1:14; 19:35; 21:24).
El Evangelio de Juan es el único de los cuatro que contiene una afirmación precisa del propósito del autor (20:30, 31). Él declara: "Estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre" (20:31). Los propósitos primordiales, entonces, son dos: evangelístico y apologético. Reforzando el propósito evangelístico está el hecho de que la palabra "creer" se usa aproximadamente cien veces en el Evangelio (los sinópticos usan el término menos de la mitad de esta cantidad). Juan compuso su Evangelio para proveer razones de la fe salvadora en sus lectores y como resultado, para asegurarles que recibirían el regalo divino de vida eterna. (1:12).
El propósito apologético está relacionado muy de cerca al propósito evangelístico. Juan escribió para convencer a sus lectores de la verdadera identidad de Jesús como Dios-Hombre encarnado cuyas naturalezas divina y humana estaban perfectamente unidas en una persona quien era el Cristo ("Mesías") profetizado y Salvador del mundo (1:41; 3:16; 4:25, 26; 8:58). El organizó su Evangelio alrededor de ocho "señales" o pruebas que refuerzan la verdadera identidad de Jesús llevando a la fe. La primera mitad de su obra se centra alrededor de siete señales milagrosas seleccionadas para revelar la persona de Cristo y producir fe: 1) agua convertida en vino (2:1-11); 2) la sanidad del hijo del hombre noble (4:46-54); 3)la sanidad del hombre paralítico (5:1-18); 4) la alimentación de la multitud (6:1-15); 5) caminando sobre agua (6:16-21); 6) la sanidad del hombre ciego (9:1-41); y 7) la resurrección de Lázaro (11:1-57). La octava señal es la pesca milagros (21:6-11) después de la resurrección de Jesús.
1. El incidente de prohibir al desconocido que usara el nombre de Jesús para echar fuera demonios (Marcos 9:38)
2. Y el querer pedir fuego del cielo sobre los samaritanos (Lucas 9:54) son vislumbres interesantes de su temperamento.
1. Jesús como el Verbo, el Mesías y el Hijo de Dios.
2. Quien trae la dádiva de salvación a la humanidad.
3. Quien acepta o rechaza el ofrecimiento.
El apóstol Juan escribió más libros del Nuevo Testamento que los otros escritores, excepto Pablo. El se llama el discípulo a quien Jesús amó (13:23; 19:26; 20:2;21:7, 20), que se reclinó en su pecho (13:23, 25; 21:20), y el otro discípulo (18:16; 20:3, 4, 8). También se autonombra como un testigo presencial (1:14; 19:35; 21:24; 1 Jn 1:1–4;4:14; Ap 22:18, 20), el anciano (2 Jn 1; 3 Jn 1), siervo de Jesucristo (Ap 1:1) y Juan (Ap 1:1, 4, 9; 22:8). Otros escritores de la Biblia se refieren a él como apóstol (Mt 10:2–4; Lc 6:13–14), hijo de Zebedeo y Salomé (Mt 10:2–4;27:56; Mr 1:19–20; 15:40) y por tanto primo de Jesús (Mr 16:1; Jn 19:25). Juan es llamado hijo del trueno (Mr 3:17) y fue uno del círculo interior de tres, junto con Pedro y Santiago, que gozaron cierta relación especial con Jesús (Mt 17:1; 26:37; Mr 5:37; 9:2; 14:33). El apóstol Juan había sido discípulo de Juan el Bautista (1:35) y fue de los primeros en responder a la invitación de Jesús a seguirle (1:36–39). Era socio en un próspero negocio pesquero (Mr 1:16–20) y amigo personal del sumo sacerdote (18:15–16). Juan presenció la crucifixión de Jesús, y en ese momento, le asignó el cuidado de su madre (19:26–27). El se regocijó de ver al Cristo resucitado el día mismo de la resurrección (20:19–20). Juan se asoció con Pedro en Jerusalén en los primeros días de la iglesia (Hch 3:1; 4:13, 19; 8:14) y estaba en esa ciudad cuando llegó Pablo después de su primer viaje misionero (Hch 15:2, 6; Gá 2:1, 9). Juan vivió hasta una avanzada edad, ministrando por muchos años en Efeso y murió de muerte natural (21:20–23) durante el reinado del emperador Trajano (98–117 d.C.). El Evangelio lo escribió en Efeso entre 85–90 d.C. Los primeros recipientes probablemente eran creyentes de las iglesias en Asia Menor (Ap 2:1–3:22).
El Evangelio de Juan es bastante diferente de los otros. Presenta a Jesucristo como Dios (1:1–5, 9–18; 2:23–25;3:31–36; 5:30–47; 6:66–69; 8:46–59; 9:35–41; 10:22–39), y no contiene narrativa de su nacimiento, genealogía, juventud, bautismo, tentación, transfiguración ni ascensión. Su propósito se anuncia claramente: traer a todos a la fe en Cristo para vida eterna (20:30–31). Noventa por ciento del material de Juan es exclusivo en su Evangelio. Mientras su contenido abarca cuatro Pascuas (2:13; 6:4;13:1; 18:28), sólo pocos días del ministerio de Jesús están en forma cronológica [los capítulos 13–18 cubren sólo un día]. Juan desarrolla su caso para la Deidad de Cristo alrededor de sus nueve discursos (3:1–21; 4:7–42; 5:19–47; 6:22–59, 60–71; 8:12–30, 31–59; 10:1–18; 14:1–16:33) y ocho señales milagrosas (2:1–11; 4:46–54; 5:1–18; 6:1–15, 16–21; 9:1–41; 11:1–57; 21:6–11). Jesús afirmó ser Dios en la manera más fuerte posible (4:24–26; 8:24, 28,58; 13:19). Él también se presentó como el pan de vida (6:35), la luz del mundo ((8:12), la puerta (10:7, 9), el buen pastor (10:11, 14), la resurrección y la vida (11:25), el camino, la verdad y la vida (14:6) y la vid verdadera (15:1,5). Da enseñanzas sobre el nuevo nacimiento (3:1–15) y el Espíritu Santo (14:16–17, 26; 15:26; 16:7–15). Temas importantes como la verdad (26 veces), el amor (57 veces), la gloria (33 veces) y creer (100 veces) son desarrollados.
El cuarto Evangelio se centra en la persona de Jesucristo, el Hijo de Dios (v. Bosquejo). Comenzando con su eterna Deidad (1:1–3), Juan describe la encarnación de Cristo como el Dios-hombre perfecto (1:4–14) y su confirmación por el testimonio de Juan el Bautista (1:15–34). A base de estas realidades históricas, el apóstol Juan proporciona ejemplos de la presentación de Jesús de sí mismo por medio de discursos persuasivos y señales milagrosas en Judea, Samaria y Galilea (1:35–4:54), y en varias fiestas en Jerusalén (5:1–12:50). Juan entonces gira bruscamente de este despliegue público de las declaraciones de Cristo a la enseñanza privada a sus propios discípulos (13:1–17:26). El discurso del aposento alto provee la muestra más íntima del corazón del Hijo de Dios que se encuentra en las Escrituras. Juan concluye el relato de su evangelio con la crucifixión (18:1–19:42) y la resurrección (20:1–21:25) de Jesús.
Como en todos los escritos de Juan, el resultado anticipado es que el lector sea movido por el testimonio a la fe personal en Jesucristo como Salvador y Señor, y al hacerlo, tendrá asegurada la vida eterna (20:30–31; 1 Jn 5:13; Ap 22:16–17). ¡Este libro es una herramienta muy efectiva para el evangelismo y está disponible a todo cristiano!
Hernández, E. A., & Lockman Foundation (La Habra, C. (2003). Biblia de estudio: LBLA. (Jn). La Habra, CA: Editorial Fundación, Casa Editoral para La Fundación Biblica Lockman.
La imagen que Juan expone de Jesús como el Dios del Antiguo Testamento, se aprecia más enfáticamente en los siete “Yo Soy” de las declaraciones de Jesús. Él es el “Pan de vida” (Juan 6:35), proporcionado por Dios para alimentar las almas de Su pueblo, así como Él proveyó el maná del cielo para alimentar a los israelitas en el desierto (Éxodo 16:11-36). Jesús es la “Luz del mundo” (Juan 8:12), la misma Luz que Dios prometió a Su pueblo en el Antiguo Testamento (Isaías 30:26, 60:19-22), y la cual llegará a su culminación en la Nueva Jerusalén, cuando Cristo, el Cordero sea su Luz (Apocalipsis 21:23). Dos de las declaraciones del “Yo Soy,” se refieren a Jesús, como el “Buen Pastor” y la “Puerta de las ovejas.” Aquí vemos claras referencias de Jesús como el Dios del Antiguo Testamento, el Pastor de Israel (Salmos 23:1; 80:1; Jeremías 31:10; Ezequiel 34:23) y, como la única Puerta dentro del redil, el único camino para la salvación.
Los judíos creían en la resurrección y, de hecho, usaban la doctrina para tratar de engañar a Jesús para hacer declaraciones que pudieran usar en Su contra. Pero Su declaración en la tumba de Lázaro “Yo soy la resurrección y la vida” (Juan 11:25) debe haberlos escandalizado. Él estaba declarando ser la causa de la resurrección y el poseedor del poder sobre la vida y la muerte. Nadie más que Dios Mismo podría pretender tal cosa. Similarmente, Su declaración de ser el “camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6) lo relacionaban indiscutiblemente con el Antiguo Testamento. Él es el “Camino de Santidad” profetizado en Isaías 35:8; Él estableció la “Ciudad de la Verdad” de Zacarías 8:3 cuando Él, quien es la “verdad” misma, estaba en Jerusalén y las verdades del Evangelio fueron predicadas ahí por Él y Sus apóstoles; y como “la Vida,” Él afirma Su deidad, el Creador de la vida, Dios encarnado (Juan 1:1-3). Finalmente, como la “Vid verdadera” (Juan 15:1, 5) Jesús se identifica a Sí Mismo con la nación de Israel, quien es llamada la viña del Señor en muchos pasajes del Antiguo Testamento. Como la vid Verdadera del viñedo de Israel, Él se presenta a Sí Mismo como el Señor del “Israel verdadero” –todos aquellos que vinieran a Él en fe, porque “... no todos los que descienden de Israel son israelitas,” (Romanos 9:6).
Está claro que, sin desentenderse por completo de la historia, Juan escribe con un interés más teológico que histórico. Los demás Evangelios se esfuerzan en presentar a Cristo como el cumplimiento de las promesas de salvación veterotestamentarias. Juan comienza con la preexistencia de Jesucristo (1.1). Jesús es divino (1.1), pero también es humano, porque «aquel Verbo fue hecho carne (1.14). Solo así podía ser el que nos revelara al Padre.
En el mismo comienzo, Juan nos presenta a Jesucristo con siete títulos clave: Verbo, Cordero de Dios, Rabí, Mesías, Rey de Israel, Hijo de Dios e Hijo del Hombre. Solo en Juan encontramos el «Yo soy» que afirma ser el pan de vida (6.35), la luz del mundo (8.12), predecesor de Abraham (8.58), la puerta de las ovejas (10.7), etc. También lo hallamos diciendo: «Yo y el Padre uno somos» (10.30) y «Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí» (14.6). En cada una de estas afirmaciones, el «Yo» es enfático. Nos recuerda el nombre de Dios: «YO SOY» (Éx 3.14).
En el Antiguo Testamento las palabras de Dios había que aceptarlas reverentemente. Lo mismo con Jesús. En Juan Él comienza sus mensajes diciendo: «De cierto, de cierto te digo», Así como en el Antiguo Testamento a Dios es al único al que se debe adorar, Jesús es el único en quien se debe creer. Para Juan, la fe que salva es un verbo que expresa
acción: la acción de creer en Jesús.
En Juan Jesús no entra en cuestiones de orar, ayunar, matrimonio, riquezas, como lo hace en otros Evangelios. En vez de eso, las relaciones de uno con Dios, los demás y el mundo se resumen en la palabra amor. El amor que Dios siente por su Hijo (3.35; 15.9) pasa a través de su Hijo a los que son suyos (13.1). Como recipientes del amor de Dios, los cristianos deben amar a Dios amándose unos a otros (13.34). Este amor que une a los creyentes es también un testimonio al mundo. Juan 3.16 expresa la verdad teológica básica del evangelio: «De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, más tenga vida eterna».
"Si los Evangelios Sinópticos se ocupan del lugar de Jesús en la historia de Israel y más allá, Juan se ocupa del lugar de Jesús en todo el esquema de las cosas, desde la creación hasta la redención y más allá (resurrección final). Que el Mesías no es otro que el eterno Hijo de Dios son las buenas nuevas finales de la historia cristiana"
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