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Mucutuy: Pueblo del Sur |
LA CRÓNICA MENOR: EL INDIO “CHIQUIÁ”
Mons. Baltazar Enrique Porras Cardozo
Mucutuy, 20-12-01
En la carretera que conduce de Mérida a Mucuchachí, después de bajar el Páramo de San José aparece el valle más amplio de toda la zona. Allí tiene su asiento la Aldea de La Veguilla. Según la tradición allí estuvieron localizadas las dos primeras fundaciones de Mucutuy que desaparecieron por cataclismos naturales que obligaron a su traslado. El tercer y definitivo asentamiento es lo que conocemos hoy como San Antonio de Mucutuy.
Entre La Veguilla y Mucutuy hubo siempre un paso muy difícil de vadear a la altura de una quebrada que lleva por nombre “Chiquiá”. Cuando se asfaltó este tramo, hace apenas unos cinco años, se hizo un gran movimiento de tierra llamado por los vecinos “la cuesta millonaria”. Dicha cuesta desemboca en un hilito de agua que es la quebrada de la que hacemos mención.
En el imaginario del lugar, el nombre de esta quebradita es el de un indio, “Chiquiá”, casado con una india de nombre “Urbina”. El comportamiento de este riachuelo va unido a uno de los mitos de sus primitivos habitantes: La zona era rica en minas de oro. El afán desmedido de los primeros conquistadores por encontrar El Dorado los llevó a meterse en estas intrincadas montañas. Se obligaba a los indios a que los condujeran a las ansiadas minas. Muchos naturales huyeron o sufrieron los vejámenes de sus nuevos dueños.
El indio Chiquiá, indignado y dolido, invocó a la madre tierra, pidiéndole venganza por aquella afrenta. La madre tierra desoyó la súplica de su acongojado devoto. Chiquiá decidió quitarse la vida suicidándose. Fue el precio para que la madre tierra tuviera compasión de aquellas gentes. Se desató una lluvia torrencial, creció la quebrada, se desbordó y acabó con la fundación española. Cesó el hostigamiento en busca de las minas y volvió cierta paz. En
memoria de aquellos sucesos los aborígenes llamaron Chiquiá a aquella fuente de agua que sigue hablando con el lenguaje de la naturaleza: sequía o inundación, silencio o rugido de la montaña cuando arrastra consigo enormes rocas, tierra y lodo. Las minas de oro quedaron en el corazón de las montañas y siguen inexpugnadas. Es el tesoro que Chiquiá custodia celoso. Si alguien llegare a descubrirlas, la montaña se desmoronaría y el cataclismo sería de dimensiones gigantescas.
Nuestro informante tiene veintisiete años. De niño recibió estas cuitas de su bisabuela de ochenta, quien a su vez, se lo escuchó en su infancia a su abuela. Nos remontamos así a los albores del siglo XIX.
Es bueno, pues, que al pasar por la batea de la quebrada de Chiquiá, leamos en su caudal el mensaje de la madre tierra. Son muchas las sabrosas historias que los lugareños tienen del siempre imprevisible paso de Chiquiá.
Un saludo cordial a todos mis paisanos Mucutuyenses
ResponderEliminarCómo hago para colora imágenes del pueblo de San José?
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